La calabaza es única. Combate numerosos tipos de cáncer, es adelgazante e ideal para diabéticos.
Su pulpa puede comerse cruda en ensaladas, cocida en purés o usarla como dulce en repostería. Sus semillas sirven para dar un toque especial a panes, ensaladas y repostería. Y sus flores resultan deliciosas rellenas o rebozadas.
Enemiga del cáncer
Es rica en licopeno, antioxidante que reduce las probabilidades de cáncer de próstrata, pulmón, estómago, vejiga y útero, disminuyendo además el colesterol en sangre. Comer 100 gr. de calabaza aporta casi la mitad de las necesidades diarias de vitamina C, favoreciendo el buen funcionamiento del aparato circulatorio.
La combianción de esta vitamina, presente en la pulpa, con su alto contenido en carotenos, genera propiedades antiinflamatorias. De hecho, comer sus semillas previene la inflamación de la próstata y mejora el asma y la artritis.
Adelgazante y digestiva
Ideal para dietas adelgazantes por su alto contenido en agua y su escaso aporte calórico: por cada 100 gr. de calabaza sólo 13 calorías.
Sus altos niveles en potasio y el hecho de que el 90% de la calabaza sea agua, generan un efecto diurético que evita la retención de líquidos y previene los cálculos renales.
Cocida, desarrolla propiedades digestivas que previenen y alivian las inflamaciones de estómago y del intestino, siendo un alimento ideal para quienes sufren gastritis, síndrome de colon irritable o la enfermedad de Crohn.
Ideal para diabéticos
Consumir sólo 30 gr. de calabaza cubre el 15% de las necesidades diarias de proteínas y casi el 50% de minerales. Además, su abundante fibra ayuda a prevenir el estreñimiento y mantiene los niveles corretos de azúcar en sangre, siendo un alimento apropiado para diabéticos.
Por último, la calabaza es rica en vitamina A, que reduce el desarrollo de cataratas y la pérdida degenerativa de visión, y en ácido fólico, que ayudan a prevenir posibles ataques cardíacos.