La coliflor ha llegado…
Así es ella:
Entre los meses de octubre y enero se encuentra el mejor momento para consumir coliflor (también llamada masa o pella), aunque se puede disponer de ella todo el año. Su tamaño puede alcanzar 30cm de diámetro y puede llegar a pesar más de 2 kg. El color de la masa puede ser blanco amarillento, verde o violeta según la variedad. Crece rodeada de grandes y gruesas hojas verdes.
Su principal componente es el agua y es un alimento de bajo aporte calórico ya que presenta escasocontenido de hidratos de carbono, proteinas y grasas. Sin embargo se la considera una fuente de fibra dietética, vitamina B6, ácido fólico, vitamina B5 y minerales (sobre todo potasio y fósforo).
El consumo de esta verdura favorece la eliminación del exceso de líquidos del organismo y resulta beneficiosa en caso de hipertensión, retención de líquidos y oliguria (producción escasa de orina).
Y… en la cocina??
Su sabor delicado y ligeramente dulzón, combina bien con infinidad de alimentos. Puede prepararse al vapor, asada, frita, estofada, hervida o gratinada. Es ideal su acompañamiento con algunos pescados como el bacalao y con legumbres y arroces.
Compra y conservación:
Si tiene manchas marronáceas, inflorescencias separadas o partes blandas en la masa, significa que está vieja. Una vez en casa, la coliflor ha de conservarse en el frigorífico, envuelta en una bolsa de plástico perforada. De este modo puede permanecer más de una semana sin perder ninguna propiedad.
Otra opción es conservarla congelada. Para ello se seleccionan los cogollos más firmes y blancos y se escaldan durante unos minutos en agua hirviendo. De este modo se puede mantener durante un periodo de ocho meses.
Si se va a cocer la coliflor, se aconseja no tapar la cazuela porque su intenso aroma puede llegar a afectar al sabor. Un truco para conseguir atenuar la intensidad de su fuerte olor es añadir al agua de cocción una patata o manzana.
