Los caracoles están presentes en la tierra mucho antes que la especie humana, arrastrando consigo múltiples propiedades alimenticias y medicinales.
Lo de comer caracoles no es algo moderno, ya los comian incluso los hombres de las cavernas. Los romanos fueron expertos criadores y los griegos grandes consumidores. En muchas culturas el caracol tiene un gran valor y se consumen con bastante periodicidad.
Propiedades alimenticias
La carne del caracol es muy nutritiva, sana y digerible, ya que cuenta con un alto contenido de proteínas, un bajo nivel de lípidos, gran variedad se sales minerales y bajas calorías. El caracol es un alimento que contribuye a reducir los niveles altos de colesterol y triglicéridos.
Sin embargo, si no son lavados a fondo y purgados pueden resultar poco digeribles. Los consumidores de caracoles requieren que éstos sean maduros o adultos, es decir, que su borde esté completo y duro para garantizar que la carne reune ya, todas sus propiedades.
Propiedades medicinales
Se ha demostrado que la baba de caracol contiene una sustancia llamada helicina, capaz de proteger mucosas y epitelios. Por ello se han empezado a comercializar cremas elaboradas a base de baba para fines cosméticos.
También poseen propiedades afrodisíacas debido al contenido de albúmia que poseen. Fue durante mucho tiempo considerado como un antídoto excelente contra la indigestión. Su decocción rica en sustancias mucilaginosas, es óptima como expectorante en casos de tos y catarros persistentes.
Helicultura
La producción y cría de caracoles se denomina helicultura. El caracol de granja asegura todas las propiedades, ya que las especies son cuidadosamente seleccionadas y criadas con alimentos adecuados preservados de parásitos y depredadores.
La recogida silvestre del caracol no respeta por lo general el ciclo de vida del animal y esta recolecta indiscriminada ha provocado la escasez de producto.